El acelerado cambio en la estructura de negocio de las empresas ha modificado la forma de entender y desarrollar las estrategias de marcas.
Es muy interesante entender el proceso estratégico que debe realizarse detrás de las marcas. Luchamos contra la falta de intensidad en el análisis, la carencia de hábito para construir plataformas de marca y, por supuesto, la inexistencia de un marco teórico sobre método y estructuras. Existe una especie de parálisis estratégica cuando se trata de dar inicio a un proceso de pensamiento, pues hay un equivocado concepto sobre el manejo de grandes marcas en grandes corporaciones. Contrario a lo que se piensa, las estructuras pesadas, complejas y llenas de recovecos que deslumbraban en modelos estratégicos durante los años ´90, ya no son tan eficientes, ni tienen tanto brillo.
La nueva corriente estratégica nace de la relación que se genera entre la agilidad de la estrategia y la velocidad de la respuesta en el retorno de inversión. No importa el tamaño de la empresa o la alcurnia de la marca, el cambio que se genera a partir de resultados medibles y comprobables empieza a reconstruir la visión de la estrategia de modo inminente.
En el mundo del marketing, la innovación es un negocio. Debemos olvidar los estereotipos, el trabajo secuencial y en silos, que no genera responsabilidad clara frente a los resultados. Los métodos estratégicos ágiles nacen de los laboratorios de innovación, de las start-ups, de la tecnología misma, a partir de un cambio de mentalidad en la manera de tomar decisiones.
Ojalá en el camino de este descubrimiento apasionante de las nuevas formas de construir estrategias se topen con conceptos como integración, co-creación, límites jerárquicos difusos, prototipos, pensamiento modular, cultura y estructura. Perspectivas frescas ante entornos turbulentos.